No olvides nunca que valen más los valores de tu alma que la joyas en tus joyeros y que las pieles en tu armario, pues cuando tú te mueras, todo esto te lo dejas; no te llevarás absolutamente nada, sin embargo, el valor de tu alma enriquecida por tus buenas obras, por tu amor al prójimo, por tus buenos consejos y por la sinceridad, con que has tratado siempre a los demás, eso no hay quien te lo arranque, porque esas son ofrendas que tú guardarás en tu joyero particular para presentárselas a Dios, tu creador en el día que te toque presentarte ante Él y se sentirá tan orgulloso de ti que pensará que verdaderamente estuviste vivo antes de morirte porque por desgracia, para algunas personas mientras viven están muertas, porque el que vive aquí seguirá vivo aunque muera y el que esté muerto aquí seguirá siempre en la oscuridad.
No me cansaré nunca de pedirte que hagas siempre lo que buenamente puedas por los demás, pues hay mucha falta de amor en el mundo. El amor es la miel de la vida y qué pocas veces la tomamos. El amor ilumina el camino y limpia los horizontes y rebosa por la piel llenando los ojos de vida y dando a la cara una paz luminosa que contagia de alegría a todo el que a ti se acerca; transmite siempre alegría; todo en tu vida será según con lo ojos que tú lo mires. Quiere a quien no te quiera, enséñale con tu amor a que aprenda a amar, pues puede tener la desgracia de no saber amar, pero no será lo suficientemente tonto para no darse cuenta de lo que tú vales.
Un abrazo de tu amiga Paquita...
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