No seas nunca antipático. Saluda siempre a la persona que te encuentres arreglando un jardín. Coméntale, “Hola, ¡qué bonitas están las flores!”; al barrendero de tu barrio: “Hola, buenos días, mucho trabajo, ¿vedad?”. A las limpiadoras de un Hotel o de un hospital: “Hola, buenos días, ¡cuánto siento de pisarle!”.
Piensa, piensa siempre que todo ser humano es tan digno como tú y tan maravilloso y necesario en su quehacer como otro cualquiera. Tú sabes a estos saludos tuyos qué bálsamo de placer siembras en el alma de estas personas y tú a la vez que ellas, te sonríen o te contestan, reciben tal alegría que el trabajo de todo el día te resultará más fácil.
No te escondas nunca de tus familiares o amigos de baja posición económica, de las gentes sencillas, nobles, sinceras y nada orgullosas que te ofrecen su amistad a cambio de solamente tu saludo y tu simpatía, pues una persona de una buena posición social no sabe el ejemplo que puede dar a los demás. Con estas actitudes, además, al verte les dará verdadera alegría, no como los amigos de cerveza que a veces sólo te querrán por lo que chupan. Si quieres saber quienes son tus amigos de verdad, tenles esta pequeña broma y pídeles una suma de dinero y les dices que estás pasando un bache económico muy malo. Verás lo reducidas que se quedan tus amistades. Te ibas a llevar muchos desengaños y también muchas sorpresas. Sería un juego muy gracioso; te morirías de la risa y también te causaría mucha lástima de ver la poca caridad humana que puede encerrar a veces un buen amigo, pero eso sí, no dejes de perdonar y nunca niegues tu amistad al mayor de tus enemigos; sólo es un pobre que necesita de tu ayuda y de tu ejemplo para que le sirva de lección.
Recibe un abrazo de tu amiga Paquita
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