Sobre la lengua:
¿Te has parado a pensar alguna vez lo sumamente valiosa que es nuestra lengua. Todo el cuerpo es una obra maravillosa, pero nuestra lengua es un gran tesoro si se sabe utilizar para cosas buenas. De su buena utilización depende nuestra reputación y la felicidad de los demás. O la ruina de todo aquel que nos rodea y también nuestra propia ruina. Nuestra lengua es el brote de cada ser humano; es la fuente de oro de una persona o la causa de la que se puede hacer mucho daño, pues vamos a hacerle que sea oro puro, alabando, predicando, aconsejando, rezando, enseñando y, sobre todo, diciendo siempre la verdad; siempre serás identificado por tu lengua, nunca por ser más guapo o más fea. ¿Por qué crees que se sigue amando y adorando a través de tantos siglos y hasta el fin del mundo a Jesucristo? Porque todo lo que decía siempre con su lengua era la verdad. Siempre que la movía era para cosas buenas, maravillosas y muy justas, cosas que siempre serán eternas, porque como Él mismo decía, “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, el que crea en mí se salvará”. Verdaderamente todo lo que predicaba era y sigue siendo y lo seguirá para siempre la verdad.
Vamos a imitarle, vamos a luchar con todas nuestras fuerza, para ir manteniendo sus ideas y a enseñar a nuestros hijos que ellos a su vez lo hagan con nuestros nietos, igual que con nosotros lo hicieron nuestros padres. Yo creo que merece que lo hagamos en su memoria, ya que dio su vida por la humanidad y de tus manos, qué orgulloso puedes estar de tus manos que a lo largo de tu vida pueden hacer tantas cosas buenas como trabajar, bendecir, dar para compartir, acariciar, tantas y tantas cosas buenas como podemos hacer con ellas. Fijaos en nuestras abuelas y después en vuestros padres y en las monjas, que sólo mueven sus manos para cosas buenas, para crear, para hacer el bien, pero el gesto más bonito el definitivo, el más grande es presentárselas al creador, llenas de buenas obras cuando nos llegue la hora que orgulloso se sentirá de ver que los hemos utilizado justo para lo que Él quería y no para destruir o matar. Por eso “fortaleced vuestras manos débiles robusteced las rodillas vacilantes y caminad por una senda llana. Así el pie en vez de retorcerse se curará (Hb 12, 5-13).
Paquita
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